Conferencias, publicaciones o actuaciones en vivo conmemoran el 80º aniversario del Guernica en el Museo Reina Sofía (Madrid). Y también los 25 años desde que llegó a Madrid de Nueva York.

Pero el evento clave es la exposición ‘Piedad y terror en Picasso. El camino a Guernica’. Hasta el 4 de septiembre, ésta indaga en el imaginario del artista y las raíces de esta obra.

Para ello, ofrece una selección de 180 obras de fondos propios, colecciones privadas y 30 museos de todo el mundo.

Crisis artística

A principios de 1937, el Gobierno de la Segunda República encargó un cuadro a Pablo Picasso. Era para el pabellón español en la Exposición de París.

No obstante, el artista malagueño no estaba seguro de poder ofrecerles lo que querían. Hasta entonces, su arte había sido íntimo y personal. Y casi nunca se había referido a la esfera pública o política.

Por otro lado, Picasso sufría una crisis artística y personal, con su país inmerso en la Guerra Civil y la II Guerra Mundial en ciernes.

Después de unos meses sin acometer el proyecto, Picasso asistió en París a la manifestación del 1 de Mayo. Marcha que acabó condenando los bombardeos de la Legión Cóndor contra la localidad de Guernica (Vicaya, 26 abril 1937).

Ese día hizo el primer boceto del símbolo antibelicista de nuestra cultura. Y terminó el mural en poco más de un mes.

Dora Maar. Picasso de pie trabajando en el Guernica en su taller de Grands-Agustins, Paris 1937.

Trabajos anteriores

En el aniversario del Guernica, la obra sigue siendo el mayor alegato moral contra las guerras modernas. Pero en esta exposición, sus comisarios T. J. Clarck y Anne M. Wagner van más allá del contexto histórico.

De hecho, se han centrado en mostrar cómo el horror y la guerra van conquistando la pintura del malagueño. Y en la radical metamorfosis que, consecuentemente, sufre la misma.

Desde el optimismo e intimismo del cubismo, hasta la búsqueda de una nueva imagen del mundo entre la belleza y la monstruosidad.

Así, la exhibición parte de las naturalezas muertas e interiores de 1924 y 1925, de líneas clásicas. Después muestra otras obras que, a finales de esa década, abordan ya una realidad más sombría.

A medida que avanzan los años 20, sus cuadros se pueblan de cuerpos rotos o desmembrados y situaciones de violencia, miedo o dolor.

Muestran las dificultades artísticas y personales del pintor, la descomposición moral de la sociedad y la inminente crisis internacional.

Esta visión extraña, deformada y angustiada de la humanidad es el germen del Guernica.

No obstante, la exposición no acaba en el aniversario del Guernica. Se cierra con el rastro de horror y agonía que se prolongó en la obra de Picasso en plena II Guerra Mundial.

Icono del siglo XX

Desde 1937, la imagen de terror del cuadro ha fascinado a varias generaciones. Y se ha convertido en una de las piezas más emblemáticas de la historia del arte. Por ello, la exposición sobre el aniversario del Guernica también analiza por qué.

Picasso aborda la guerra de forma distinta a como se había hecho hasta el siglo XX, con monumentos de y para militares.

Al contrario. El malagueño introduce el dolor y el sufrimiento de los civiles, Convirtiendo al Guernica en el primer anti-monumento de la Historia.

Por este motivo, unido a la contundencia expresiva de sus formas, se ha convertido en el gran icono del siglo XX.

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Con información del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Gabinete de Prensa.

Foto principal: Joaquín Cortés / Román Lores. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.