Llega el frío y con él, la oportunidad de captar espectaculares fotografías exteriores de la nieve y sus paisajes, que sólo podemos hacer en esta época del año. En este artículo te traemos unos breves consejos para que puedas sacarle partido a tu cámara este invierno.

Equipo y equipamiento

Ten cuidado con la cámara. Sácala de su funda varios minutos antes de empezar a hacer las fotos para que se aclimate a las bajas temperaturas.

Y cuidado también a la inversa: cuando regresamos a un interior muy cálido, el cambio brusco de temperatura produce condensación. Es mejor hacer la transición lentamente, evitando colocar la cámara junto a la calefacción del coche, por ejemplo. Déjala mejor en el maletero, donde la temperatura no es tan elevada.

Lleva la batería cargada al máximo y un juego de repuesto, porque el frío las consume aunque no las usemos. Un buen truco es llevarlas en un bolsillo interior, para que se enfríen lo menos posible.

Al llegar a casa, saca todo el material de la funda y sécalo bien; separa el cuerpo del objetivo y déjalo abierto.

Pero no sólo hay que cuidar el equipo: el fotógrafo es lo más importante. Abrígate bien para salir. Si tienes frío, también vas a perder la energía y sólo tendrás ganas de regresar a casa o al hotel. Lleva algo de picoteo (galletas, frutos secos,…) y un café autocalentable.

Luces y sombras

Bien abrigado y con la cámara aclimatada, es hora de empezar la sesión. Ten en cuenta que las mejores fotos de la nieve se obtienen a primera hora de la mañana. Si madrugas, aprovecharás la mejor luz y la nieve estará virgen, sin pisadas.

No dispares en modo automático. Antes de empezar, sobreexpón un par de puntos de más. Si no la cámara, configurada generalmente para medir situaciones en las que luces y sombras están equilibradas, realizará una medición poco acertada en la nieve, donde las luces predominan sobre las sombras.

Por otro lado, esa nieve que percibimos blanca termina adquiriendo en las imágenes un tono azulado, si el cielo está despejado. Para evitarlo y que salga como la ves, tendrás que ajustar el balance de blancos haciendo una medición manual en un punto intermedio.

La nieve refleja la luz de una forma muy intensa, así que no utilices flash.

Algunas cámaras ofrecen un modo ‘nieve’ o ‘nieve-playa’, que puede ser muy útil, ya que aumenta el valor de exposición para evitar que la imagen quede subexpuesta y corrige automáticamente el cálculo del balance de blancos de la cámara.

Detalles y color

No te dejes deslumbrar y te obceques en encuadrar solamente paisajes nevados, porque puede resultar aburrido. Busca detalles que rompan la uniformidad del blanco y generen interés: un árbol, una roca, unas huellas,…

Cualquier objeto de otro color sobre la nieve es un ‘blanco perfecto’ para tu cámara. Busca elementos de colores vibrantes que capten la atención. Juega con la saturación y contraste de la imagen, aumentando ambos valores en tu cámara o con el programa de edición informática.

También puedes retratar personas jugando o practicando algún deporte, pero recuerda no cruzarte en su trayectoria y evita poneros a ambos en peligro al sacar la fotografía.

Finalmente, haz fotos. Muchas. Es la mejor forma de aprender y de garantizar resultados.