La fotografía etnográfica es una vertiente de la fotografía documental científica que retrata a las personas en su entorno sociocultural.

Por su valor descriptivo y documental, forma parte del trabajo de campo sobre la realidad social, proporcionando una mirada indispensable en los trabajos científicos.

La fotografía y la antropología –la etnografía es la rama que observa los grupos humanos- surgieron simultáneamente en el XIX.

Dos años después de que Daguerre organizara la primera exposición fotográfica, se fundó la Sociedad para la Protección de los Aborígenes (1841), precursora del Real Instituto Antropológico de Londres. Pocos después, ésta utilizaba el invento para retratar nativos chinos o a los indios de Estados Unidos.

Los antropólogos habían encontrado la herramienta idónea para documentar y describir las comunidades aborígenes y la variedad cultural humana.

Por ello, su ‘objetividad’ fue reemplazando paulatinamente a las ilustraciones de viajes, tan valoradas en las expediciones. Los científicos contaban con un medio mejor, capaz de ‘transcribir’ la realidad de una manera más fiel.

Útiles y significativas

La fotografía etnográfica no toma fotos a posteriori, para ilustrar unos resultados obtenidos con anterioridad. Por el contrario, las imágenes se realizan durante el trabajo científico.

Para que las instantáneas sean valiosas, y puedan extraer de ellas informaciones útiles y significativas, hay que cumplir ciertos requisitos.

Así, la fotografía etnográfica debe ser espontánea, por ejemplo. La imagen debe incluir el contexto en el que producen los hechos.

Y, muy importante, el fotógrafo debe ser objetivo y no participar en el desarrollo de los hechos. No se trata de hacer una fotografía artística.

Estas reglas son difíciles de cumplir. Tomar una instantánea requiere ciertos preparativos –iluminación, tratamiento del sujeto,…- que impiden que sea del todo objetiva.

Y en la actual etapa de la fotografía digital, en la que todo se puede editar, retocar y alterar, es complicado documentar la realidad sin aportaciones estilísticas ni filtros.

Por si esto fuera poco, además del punto de vista del fotógrafo, se precisa el de un antropólogo. Alguien que sepa qué es útil o no para la investigación.

Poblaciones ‘salvajes’

Los cambios en la fotografía etnográfica no han sido sólo tecnológicos. Las temáticas también han cambiado.

En sus inicios, la finalidad de las imágenes antropológicas era ilustrar la historia de las poblaciones “aún salvajes”. Y las propias sociedades científicas publicaban manuales con instrucciones para obtener ese tipo de retratos fotográficos.

En España, por ejemplo, la Comisión Científica del Pacífico organizó una expedición por los ríos Napo y Amazonas en 1862. Y encargó a su fotógrafo-dibujante “el mayor cuidado en sacar retratos de cuerpo entero de todas las razas”, y vistas de “cuantos objetos inmuebles puedan servir para ilustrar la historia de las poblaciones aún salvajes o semisalvajes”.

En esa época, se utilizaba la fotografía para potenciar el etnocentrismo del sistema colonial, con imágenes que mostraban la superioridad de Europa.

Años después, gracias al incremento del turismo y del interés por inmortalizar experiencias exóticas, la fotografía antropológica se convirtió en una actividad muy popular.

Actualmente se utiliza para estudiar comunidades urbanas o de determinados grupos de personas.