¿Cuántos colores existen? ¿Los siete del arco iris? ¿Los más de 1.100 del Pantone Matching System (PMS)? ¿Todos los vemos igual? Pues no. Y para aclararlo, hoy vamos a hablar un poco de la percepción del color.

El color es una percepción visual. No vemos colores porque “estén ahí”, puesto que estos no existen en la realidad física. Lo que ocurre es que nuestros ojos y cerebro reaccionan ante la luz que, a su vez, interactúa con los objetos que nos rodean.

El espectro visible

El cerebro ve diferentes colores cuando los ojos perciben distintas frecuencias de luz, que es una radiación electromagnética. Y estos sólo pueden percibir un intervalo limitado de dichas frecuencias: el espectro visible de la luz (ver imagen de Wikipedia).

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Fuera de este arco iris están la luz ultravioleta, capaz de broncear nuestra piel por su contenido energético, y las ondas infrarrojas, que percibimos como energía calórica.

Seguro que has jugado alguna vez con un prisma de cristal. Y has comprobado que la luz blanca se descompone en una banda con los siete colores del espectro, ordenados según su longitud de onda: violeta, añil, azul, verde, amarillo, naranja y rojo.

El efecto contrario lo proporciona el llamado disco de Newton: un círculo con secciones de colores que al girar rápidamente da la sensación de ser blanco.

Bastoncillos y conos

Cuando la luz blanca incide sobre un objeto, éste absorbe parte del espectro visible y refleja otra, que es la que registramos.

Nuestra retina posee pequeños receptores: los bastoncillos, sensibles a la luz pero no al color; y los conos, que son menos sensibles pero pueden percibir los colores. Existen tres tipos de conos. Y cada uno es sensible a un color: al azul, al rojo y al verde.

En general, el ojo humano responde a longitudes de onda de 390 a 750 nanómetros. Y experimenta su máxima sensibilidad en la zona verde (555 nm.). No obstante, ya hemos dicho que la percepción del color no es igual para todos. Incluso hay personas que pueden percibir longitudes de onda inferiores y superiores (de 380 a 780 nm).

¿Por qué? Porque nuestra retina, fotorreceptores y mecanismos neuronales son únicos y diferentes. Lo que sí compartimos es una nomenclatura común. Puede que no “veamos” el mismo azul, pero se parecen y lo llamamos igual.

¿Y dónde está el rosa?

Recapitulemos: violeta, añil, azul… ¿Y dónde está el rosa, que obsesiona a mi hija? ¿Está con el magenta de las imprentas? ¿De dónde sale el marrón?

El espectro no contiene todos los colores que podemos percibir. Estos proceden de la combinación de varias longitudes de onda. Los tres bastoncillos se excitan en una proporción determinada y nuestro cerebro se encarga de interpretarlo. Cuando se excitan al 100 por cien, lo interpreta como blanco.

La percepción del color tiene un alto valor adaptativo para las distintas especies. Si en vez de humanos fuésemos abejas, podríamos percibir el ultravioleta y orientarnos hacia los pétalos de las plantas. Las serpientes en cambio, tienen sensores de infrarrojos… lo que les permite detectar a sus presas en la oscuridad.